lunes, 3 de octubre de 2016

Que nadie se levante de la mesa

(buietresenlaciud.press)

El portal “Las 2 Orillas" publicó este domingo, tras el triunfo del No en el plebiscito por la paz en Colombia, una nota relacionada a los resultados obtenidos en la comunidad de Toribio, departamento del Cauca, cuya población ha lidiado con más de 600 eventos tortuosos del conflicto armado. Ahí, el Sí a los Acuerdos de paz ganó con más del 80 por ciento de las votaciones.  No es casual que, al mismo tiempo, ciudades que no han lidiado con los efectos de la guerra, hayan votado en contra.
Así pues, ganó el No a la paz en Colombia. Y ganó con menos de un punto de decimal de diferencia con relación a quienes sí apoyaban los acuerdos que el Gobierno del país y las FARC-EP lograron luego de más de cuatro años de diálogos, con sede en La Habana, Cuba.
El resultado sorprendió al mundo. Aún ahora, al momento de escribir estas líneas, yo mismo no salgo del asombro. Pude imaginar un resultado cerrado, pero jamás se me ocurrió pensar que ganara el NO, que es el triunfo del odio de un puñado de oligarcas que pretenden continuar sus negocios –el paramilitarismo, la explotación de tierras ajenas, el narcotráfico, la venta de armas, la privatización de recursos naturales, la imposición de industrias extranjeras, el saqueo–, a costa de la guerra.
Estuve en Colombia, estuve en La Habana, conocí de cerca este proceso. Qué maldito trago tan amargo es saber que todo lo construido a lo largo de estos años enfrenta un revés, y este país tan bonito se rompe con un hoyo negro que amenaza con destruir la esperanza de un pueblo, cismándolo por el centro.
¿Qué diablos ocurrió? Le pregunté a un amigo, colombiano, Alejandro Toro, presidente de la Fundación para Una Nueva Vida (Funivuda) quién, como pocos y pocas, han peleado en estos años por una paz duradera en Colombia:
Alejandro apunta a dos factores el triunfo del No; dos elementos que fueron manipulados por la derecha y con los cuales emprendieron una campaña de mentiras que, finalmente, les dio resultado: El primero de ellos fue la reincorporación de las FARC-EP a la vida pública para hacer política sin armas. Y el segundo, la llamada “justicia transicional” que fue interpretado y vociferado por la campaña del NO, como un pacto de impunidad. Toca –señala–, renegociar esos puntos, “tener más imaginación”.
En tanto, es la hora del presidente Juan Manuel Santos. Tras los resultados oficiales salió a decir que no ha perdido ni una sola de sus garantías presidenciales; es decir, no renunciará al cargo, como la derecha apostaba. Y más importante aún, reiteró el Cese Bilateral al Fuego, lo que significa que, el No, no significa, precisamente, la continuación de la guerra.  
Tengo la impresión que, a pesar que muchos no presupuestábamos este resultado, conforme se acercaban los tiempos del plebiscito de este 2 de octubre, el Gobierno y las FARC construyeron una estrategia en corto: preservar los acuerdos y defenderlos. O sea que, eso de que no se tenía un Plan B, me parece aventurado confirmarlo.  
Y es que, además de la reiteración del presidente Santos al cese al fuego, nos encontramos con las declaraciones del Comandante en Jefe de las FARC-EP, Timoleón Jiménez “Timochenko”, quien reiteró el apoyo del grupo al proceso de paz y la intención de la guerrilla de convertirse en un movimiento político sin armas: “Las FARC-EP mantienen su voluntad de paz y reiteran su disposición de usar solamente a palabra como arma de construcción hacia el futuro”, dijo desde La Habana, el mismo domingo 2.
Todo está por pasar en Colombia. Se pide la Asamblea Nacional Constituyente como ruta de salida. Pero en tanto se deciden los pasos a seguir, veo una mesa de negociaciones unida, dispuesta a defender el proceso de paz de la mano de los más de 6 millones de colombianos y colombianas que le dieron su respaldo. El mundo observa, y no debe permitirse que continúe avanzando  la reacción fascista que pretende preservar sus privilegios a costa de la vida de millones de personas. 
L. ALBERTO RODRÍGUEZ

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